jueves, 6 de octubre de 2011

Mi amigo el milusos

Hace como tres meses llegó al hotel un individuo ofreciendo un mapa de Playa del Carmen, no lo compré, me pareció muy caro, muy grande e inútil para mis fines, a otro probablemente le hubiera servido pero a menos que le quiera explicar a los turistas con detalle cada una de las zonas a las que o es muy peligroso o no tiene caso adentrarse, iba a ser un desperdicio tenerlo. Como buen vendedor el individuo este me pidió mis datos y yo, como buen comprador le di largas al asunto hasta que finalmente expresé mi desinterés en adquirir su producto, por teléfono por supuesto.

Hace dos meses me escribió un correo y me llamó de nuevo. Ya no trabajaba en los mapas, ahora estaba en una lavandería, coincidió que yo andaba buscando el servicio porque hace unos meses cerró el local al que mandábamos a lavar y con la época de lluvias se acumula el lavado porque no hay forma de que se seque. Así le llamé un día, le pedí la información y una semana después mandé el primer encargo, no me quejo, el servicio está bien, lo recogen y lo entregan en el hotel y todo llega limpio y presentable.

Hoy acabo de recibir otro correo de este sujeto, ahora trabaja en una agencia de automóviles. Más allá de preocuparme por haber caído en el mailing list de un vendedor empedernido me pregunto qué hace a alguien cambiar tanto de empleo. A lo mejor en el país estamos llenos de gente así que está engrosando los números de creación de empleos pero nada más saltan de una lado para otro o acaparan varios al mismo tiempo. Y bueno, lo peor es que pronto voy a necesitar un coche y a lo mejor se lo compro.

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